Lima tiene al 60% de su población en un empleo informal, pese a que, hasta antes de la pandemia del COVID-19, este porcentaje se había reducido hasta en un 10%. Para términos de este debate, hay dos modelos de desarrollo respecto a esta economía.
El modelo A consiste en medidas que buscan erradicar la economía informal y transicionar a la economía formal. Ello incluye, pero no se limita, a multas, capacitaciones en cumplimiento de requisitos de formalización empresarial, creación de empleos formales, etc.
El modelo B consiste en convivir con la economía informal. Ello incluye, pero no se limita, enfatizar la seguridad de los espacios en los que esta se desarrolla, buscar servicios públicos universales que no dependan del status laboral, promover acceso a crédito para trabajadores informales, etc.